Guía fácil

VADEMECUM NATURAL SIEMPRE A MANO

GIRASOL: No se trata de una verdura propiamente dicha, sino de una flor que proporciona una semilla de la que se extrae un aceite ligero, particularmente recomendado para todos aquellos que sufren del colesterol o de arteriosclerosis.

HINOJO: En Egipto, Grecia y la Roma antigua lo incorporaban ya a sus preparaciones culinarias, tanto por el sabor que les proporciona como porque: 

 *Purga el estómago, aumenta la vista, 

 *De la orina fácilmente provoca la salida.

 *Y del fondo de los intestinos hace salir los vientos, 

 como dirán más tarde los doctos médicos de la escuela de Salerno. Sus tallos a la brasa pueden servir para preparar sabrosos gratinados, aunque pueden también presentarse simplemente como guarnición para un pescado, como la famosa lubina al hinojo del Mediodía francés. Sus semillas también son preciosas. Cocidas con leche, permiten confeccionar una tisana que resuelve todos los empachos gástricos o intestinales. En decocción, alivian las migrañas.

CHAUCHAS: Verdes las judías ayudan la acción del hígado y del páncreas; secas, no sirven en principio más que para preparar excelentes fabadas. Sin embargo, en el campo, se cuidan mucho de tirar las vainas tras haberlas desgranado. Secas y hervidas en agua, permiten obtener una bebida muy diurética que es excelente para todas las dolencias de los riñones.

LECHUGA: Autores antiguos decían de ella que «comerla mucho y a menudo apaga el ardor de la lujuria: aquellos que son propensos a la vida fuera del matrimonio y que quieren guardar su castidad deben usarla a fin de apagar el ardor del deseo carnal». Eso, por supuesto, puede no convenir a todo el mundo.

Es bueno sin embargo saber también que esta ensalada ayuda a combatir el insomnio pero que, para este uso, es infinitamente mucho más eficaz en decocción.

MAÍZ (CHOCLO): Demasiado a menudo se tiene tendencia a creer que no sirve más que para la alimentación del ganado. Se hacen comidas como la humita, el locro o el maíz inflado. Sin embargo, no es el grano comestible del maíz lo que contiene los principios medicinales más eficaces, sino la barba que corona la espiga. Conviene pues conservarla cuando se tiene la oportunidad de conseguir espigas enteras. Desecada, esta barba sirve para hacer una decocción que es capaz de multiplicar por cuatro el volumen de la orina excretada en veinticuatro horas

NABO: Víctima de una mala reputación completamente injustificada, el nabo es un fortificante. En cuanto al jugo, que por su color constituye el origen de su descrédito se obtiene ya sea vaciando el tubérculo y echando en el hueco un poco de azúcar en polvo, ya sea aplastando el nabo crudo con azúcar. Este jugo, además de constituir un jarabe de delicado sabor, calma las irritaciones pulmonares y las toses rebeldes.

PUERRO: Desde la época de Nerón, parece ser que se realizaban con él curas regulares a fin de aclarar la voz. Pero lo cierto es que no es tan sólo éste el beneficio que debía obtener, ya que la sabiduría popular sostiene que «una cura de puerros vale lo que una cura en aguas termales», debido a lo poderosas que son las cualidades diuréticas de esta verdura. De hecho, sus propiedades se acercan sensiblemente a las de la cebolla. Como ésta, es una «planta para todo» que se puede consumir de muchas formas, con la diferencia de que tan sólo se come cocido, pero sin olvidar beber el caldo.

ZANAHORIA: El profesor Binet ha escrito de ella que «da sangre al organismo», y recientemente se ha descubierto que participaba en el aumento de los glóbulos rojos, al tiempo que fortificaba el hígado. Pero la acción benéfica de la zanahoria no se limita —si puede decirse— a esto. El viejo proverbio que sostenía que proporcionaba «unos hermosos ojos y volvía rosados los muslos» es también perfectamente justificado. El caroteno, ha sido constatado científicamente, es en efecto precioso para la vista. Finalmente, las virtudes diuréticas de esta verdura, favoreciendo la eliminación, contribuyen a aclarar la tez.

ANÍS: Los granos de esta planta de la familia de las umbelíferas son utilizados sobre todo en forma de esencia para aromatizar los productos de pastelería. De todos modos, no puede olvidarse que jugaban un papel preponderante en la preparación del ajenjo, el terrible «verde» que tanto daño hizo a finales del siglo pasado, y por lo tanto no utilizarlo más que con precaución (no darlo a los niños). Sin embargo, unas pocas gotas de esta esencia tomadas sobre un terrón de azúcar terminan rápidamente con las náuseas y los vértigos.


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